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domingo, 30 de marzo de 2008

Pedir tiene su ciencia

En el país de los dos mares, del sagrado corazón, del divino niño, de la chiva y del sombrero vueltiao todo tiene su ciencia, su estilo, su trayectoria y sus reglas. Incluso, pedir limosna.
¿Còmo asì? Asì como suena. Aunque asì lo parezca, rogar una ayudita a los transeùntes no es tan fàcil como a primera vista parece. Para que el oficio sea realmente rentable, hay que adquirir ciertas costumbres, acoplarse a ciertos cànones que la sociedad impone y sobre todo, hay que llevar algunos añitos en el oficio.
Estas normativas implìcitas en el oficio de pedir limosna, con el tiempo han dado pie al surgimiento de diferente prototipos de "limosnero", "mendigo" o "gamìn", ¿Què tiene de especial cada uno? ¿Còmo se diferencian? ¿Què tienen en comùn?
Empecemos segùn lo que en mi criterio tienen en comùn: su casa es la calle, el banco sus bolsillos, su perfume, el natural, y su familia, el mundo entero, (todas las mujeres mayores son madrecitas, los de su edad son compadres, los menores son hijos, y los de sus mismas caracterìsticas son hermanos).
Empecemos por un estilo de mendicidad que ha sido aceptado poco a poco por la comunidad sino nacional, paisa por lo menos. El cuidacarros. Ese mendigo que generalmente es hombre,que suele fingir que trabaja al apoderarse de un territorio en el que se aparcan algunos automòviles y cobra por la estadìa del vehìculo allì. Tarifa: no existe, sin embargo, ese colabòreme pal tinto patròn, muchas veces se convierte en 500, 1.000, 2.000 y hasta 5.000 pesos para los propietarios de los vehìculos, que muchas veces se sienten haciendo una gran obra de caridad.
¿Quièn dice que esto no es trabajo? Pero, ¿Quièn puede decir que esto no es mendicidad? Estos seres de trapo rojo al hombro y que por algunos minutos durante la ubicaciòn del auto repiten una y otra vez, quièbrela hacia la derecha, un poquito màs, sin miedo patròn, atràs, atràs, un poquito màs, y finalizan, con ahì està bien. Tranquilo patròn que yo se lo cuido.
Estos seres se han convertido en profesionales de su oficio, de 1.000 en 1.000 se hacen salarios que muchos profesionales, tècnicos o tecnòlogos no se alcanzan a hacer en un mes.
"Este oficio no es tan fàcil como usted lo pinta mona. Uno tiene que estar pendiente de dos, tres, cuatro carros y algunas veces hasta diez al mismo , otro la ha colonizado y queda uno mirando para el pàramo. Y còmo no, estar mosca de que ningùn man bien mani liso se le acerque a un carro porque ahì si le toca a uno abrirse del parche. No ve que ya a todo el mundo le dio por decir que nosotros somos ladrones?", comenta Darìo, un cuidacarros con amplia trayectoria en el municipio de Envigado.
Para estos seres de trapo rojo al hombro, depito, y especialistas en imitar el silvido de un guarda de trànsito, la jornada laboral es segùn la fecha, las misas, o los eventos que se presenten en el sector.
Al finalizar su dìa, y en una jornada regular los bolsillos se van hasta con 35.000 mil pesos como mìnimo. Pero, ¿Què sucede con este dinero al otro dìa? No se sabe cuànto cuesta el cuarto que alquilan, cuàl es el precio de sus comidas, de sus obligaciones y para otros de sus diversiones alucinògenas y sexuales. El caso es que cada dìa y cada carro representa una necesidad suplida.
Para ellos es trabajo. Pero... realmente ¿Quièn da esa plata como retribuciòn?
"Uno les da cualquier cosita para que no lo miren feo a uno, y porque uno no sabe cuàndo le toque volver y le hacen algùn daño al carro. Es decir, a unos se les da por miedo, a otros por pesar, y a otros por darles una ayudita que nunca està de màs", comenta Jaime Giraldo, asistente a las misas en la iglesia de San Marcos, Envigado.

Otros mendigos...

Y la fauna que habita este oficio no para ahì. Estàn los que piden colaboraciòn en el bus, los que venden manillas, los que ofrecen cositas en las esquinas, a lso que el mugre los posee hace muchos años, a los indìgenas en cada esquina que se niegan a regresar a su tierra, a los desvalidos, a los heridos que prefieren que sus heridas jamàs se sanen para poder usufructuarse de ellas, a los post penados que se valen de su historia para solicitar colaboraciones, a las embarazadas, los niños y ancianos...

En pròximos post seguiremos hablando de cada estilo de mendicidad. Si usted tiene uno, propòngalo, que le haremos el debido seguimiento....

miércoles, 5 de marzo de 2008

¿Cómo se aprende qué significa ser madre?

Estoy indignada y de pelea con la cultura en la que nos tocó vivir. Hace doce días Luz Dary Gallego, una mujer de 34 años estaba en lo que los médicos llaman trabajo de parto. Esa mañana ella había asistido a una consulta ginecológica para preguntar por el estado de salud de su embarazo, para su sorpresa ya había empezado a dilatar y su hijo estaba próximo a nacer. Como pudo se comunicó con una cuñada y le pidió el favor de que la fuera a acompañar y que le llevara la rópa para Jerónimo: su primogénito.

Minutos después de recibir este diagnóstico Luz Dary fue internada en la clínica. Le adjudicaron un cuarto, una camilla y una bolsa de suero. De ahí en adelante la tarea sería esperar. ¿Esperar a qué? A que el médico considerara que ella y Jerónimo estaban listos para conocerse personalmente.

Esa desición médica estaría sujeta a que el cuello uterino de Luz Dary pasara del estado de dilatación dos al cuatro, que equivale a diez centímetros de apertura, espacio apto para que el bebé conozca el mundo en el que tendrá que desenvolverse de ahí en adelante.

Las horas empezaron a transcurrir. Los pies de Luz Dary empezaron a hincharse hasta tal punto que las chanclas le dejaron de servir. Ahora debía caminar lo menos que pudiera y si lo hacía lo debía hacer descalza.

Todos querían experimentar

Después de haber sido internada, cada hora empezaron a desfilar los médicos y jefes de enfermera de turno para monitorear el estado de Jerónimo y de Luz Dary. Pese a que supuestamente ella ya estaba en trabajo de parto, el bebé aún no estaba listo para venir al mundo. El cuerpo de ella no estaba dispuesto para permitir al niño salir por vía natural a este mundo.

Pasaron 28 horas. La presión de Luz Dary empezó a aumentar. Era de noche y como su parto lo subsidiaría el Sisbén no podía tener acompañante.

Estaba sola en Medellín y en el mundo. Sólo estaba con Jerónimo en aquella camilla y ambos estaban acompañados por las oraciones de todas aquellas personas que aunque no pertenecían a esta familia, estaban haciendo fuerza para que ambos salieran bien de este proceso.

Los médicos de turno empezaron a hacerle cada vez más tactos a Luz. Todos coincidían en lo mismo. El proceso de parto estaba lento, pero les preocupaba que la presión de ella continuaba aumentando y tanto su vida como la del bebé empezaba a peligrar.
Pero tal cuadro clínico no valió de nada. Pese a la gravedad de la situación había que seguir esperando a que el proceso se volviera a activar. ¿Qué hacer?

Si uno no se emberracan lo dejan morir

Habían pasado 30 horas. Luz Dary reventó la fuente y el líquido amniótico en el que nadó tranquilo Jerónimo durante nueve meses empezó a desaparecer entre las sábanas de aquella camilla.

Aún los médicos no consideraron oportuno traer a este bebé al mundo. Sólo cuando la patrona de esta mujer llamó a la jefatura de enfermería de aquel hospital, la situación de Luz y su hijo cambió un poco.

"Acá sin mayor problema dejan morir a la gente. Cómo se les ocurre tener a una mujer en trabajo de parto día y medio, aún cuando la vida del bebé está peligrando". La respuesta del médico no pudo ser peor.

"Señora nosotros somos los médicos y somos los que sabemos. Cálmese. Todavía no le podemos hacer cesárea porque recuerde que ella está por el Cisbén y eso es sólo en casos extremos. Más bien déjela de mimar para que pueda sentir el dolor de ser madre. Qué aprenda qué significa trare un hijo al mundo". La jefe de Luz quedó con la boca abierta y no le quedó más de amenazar con una tutela.
Pese a la hostilidad del médico, parece que estas palabras retumbaron en su mente y temió por su hoja de vida, o quién quita: se le pudo haber movido el corazón.

¿Qué pasó después? Una hora y media después hubo cambio de turno de médicos y enfermeras. Llego a vistiar a Luz un médico jóven y al preguntarle por su situación le dijo unas palabras claves: "Usted está grave. Su vida y la del bebé corren peligro. El trabajo de parto se suspendió hace varias horas ya. El niño no tiene como respirar. Hay que hacer una cesárea de urgencia".
Las carreras empezaron entonces en la vida de esta mujer. Tal como una serie de televisión irrumpió por la puerta de urgencias a la par de citas de urgente, rápido, tenemos que operar.
Una hora más tarde jerónimo ya conocía un nuevo mundo y Luz Dary aunque adolorida por la cortada que ahora dividía su abdómen, estaba más tranquila.
Me quedan algunas preguntas después de esta atormentada historia: ¿Qué siginifca para un hombre ser madre? ¿A caso experimentar un fuerte dolor en la vagina puede dar cuenta de lo que en adelante será la tarea de una madre? ¿Estar afiliada al Cisbén obliga a una mujer a soportar hasta el límite de su umbral de dolor cuando va a dar a luz?

De nuevo hago pública mi indignación con los médicos. No es justo que la historia de Luz y Jerónimo se siga repitiendo.