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martes, 29 de abril de 2008

Qué habrá en el computador de...

En estos días en los que se está encontrando todo tipo de información comprometedora en los computadores de personajes protagónicos en los noticieros nacionales, se me ocurrió imaginar qué podría existir en computadores un poco más interesantes, con un poco más de historia, con un poco más de misterio. Computadores en los que quisiera esculcar y jamás olvidar.

En el computador de guerrilleros de las Farc han encontrado miles de documentos que los relacionan con políticos nacionales e internacionales, han encontrado sin pensarlo la confesión de atroces crímenes de guerra que jamás hubiesen confesado ante un juez. Con estos computadores el país se ha destrozado y se ha vuelto a construir en días hábiles, (porque los fines de semana las noticias se vuelven lite, tal vez para no dañarle el fin de semana a los políticos).

Los de los paras no se quedan atrás. Fue a partir de un computador que se empezó a ver cómo unos políticos de allí y otros de más allá estaban hsata las orejas de dineros calientes, de parapolítica, de crímenes, de aquello que dicen combatir y de lo cual resultan siendo promotores.

Si con unos cuantos computadores han destruído vidas, el congreso está agonizando, las Farc se están desmembrando y media clase política está que se desaparece... ¿Qué pasaría entonces si se descubrieran archivos de los computadores de personas realmente intersantes?

Tal vez a nadie le interese. Pero, a mi me pone a soñar esta iniquietud. Se me antoja imaginarme qué pudiera encontrar un buen hacker en el computador de un buen escritor, un científico loco, de un pintor digital, de un soñador sin límites, en el computador de un cura que disfrute escribiendo las confesiones de sus fieles...

Le propongo un divertido juego querido lector. Dedíquese diez segundos e imagínese a quién le gustaría esculcarle el computador, el correo, esos documentos y borradores de obras inéditas. Construyamos entre todos una guía de secretos que queremos descubrir.

Ahí les dejo...

lunes, 7 de abril de 2008

Otra cara de la mendicidad


Siguiendo con la idea de hablar sobre las otras caras de la mendicidad, en esta ocasión se me viene otra manifestación de esta realidad social a la cabeza: las garrapatas familiares.
¿Quién en la familia no tiene una tía, un primo, un sobrino u otro familiar que se ha acostumbrado a vivir a costillas del resto de sus familiares? Seguramente de manera cercana o lejana a usted le habrá tocado soportar esta experiencia.
Esos son los medigos garrapata. Siempre buscan el beneficio propio a costillas de sus similares, en este caso, sus familiares.
De pura casualildad a estos seres garrapata nunca les resulta trabajo, o bien, ninguno de los trabajos que les resultan se acomodan a sus condiciones y necesidades. Entonces, como siempre lo han hecho, prefieren seguir viviendo "de gorra". Tal parece que esa es la condición que siempre precederá su bienestar.

Pero eso no es todo. Parece que esa condición de vida es contagiosa. Pues, tanto hijos como pareja y hasta los nietos si llegasen a existir empiezan a presentar con el tiempo signos de esta forma de supervivencia.

Lo más paradójico del cuento es que quienes se niegan una y otra vez a dar limosna en las calles, a colaborarle a una casa de asilo para personas desamparadas, etc, siempre terminan cediendo ante un familiar garrapata. ¿Por qué? La respuesta generalmente es la misma: Es que cómo voy a dejar morir a un hermano, hermana, tío, e incluso amigo de hambre. Es sangre de mi sangre.

Hace tiempo un comercial de televisión en contra de la mendicidad se robó toda mi atención. Entonces después de que unas cuantas monedas cayeran sobre la mano sucia de un limosnero una voz decía: la limosna hace al mendigo.

Y esta situación no es ajena a los familiares garrapata. En ellos es también esa ayuda constante la que ha hecho de ellos unos parásitos de la vida misma. Personas que no saben vivir sino es por intermedio de la ayuda del resto de sus familiares.
A esta situación no nos podemos seguir acostumbrando. Si usted puede sacar de su bolsillo para sobrevivir junto a su familia, su hermano, tío, primo o cuñado por qué no lo pueden hacer igual. Poco tienen de diferentes el mendigo que eligió como hogar la calle, al familiar que decidió mantener como fuente de ingresos el bolsillo de sus conocidos más cercanos.

¡Despierte! y digamos todos juntos a cualquier tipo de mendicidad. Recuerde que la solidaridad no se manifiesta con unas cuantas monedas, se expresa con la capacitación y la información apta para que esa persona o grupo de personas aprendan a sobrevivir por sí mismos.


Recuerde:

En Huaicos sigo esperando sus sugerencias sobre aquellas formas de mendicidad que permanecen ocultas en esta selva de cemento.