Pages

lunes, 7 de abril de 2008

Otra cara de la mendicidad


Siguiendo con la idea de hablar sobre las otras caras de la mendicidad, en esta ocasión se me viene otra manifestación de esta realidad social a la cabeza: las garrapatas familiares.
¿Quién en la familia no tiene una tía, un primo, un sobrino u otro familiar que se ha acostumbrado a vivir a costillas del resto de sus familiares? Seguramente de manera cercana o lejana a usted le habrá tocado soportar esta experiencia.
Esos son los medigos garrapata. Siempre buscan el beneficio propio a costillas de sus similares, en este caso, sus familiares.
De pura casualildad a estos seres garrapata nunca les resulta trabajo, o bien, ninguno de los trabajos que les resultan se acomodan a sus condiciones y necesidades. Entonces, como siempre lo han hecho, prefieren seguir viviendo "de gorra". Tal parece que esa es la condición que siempre precederá su bienestar.

Pero eso no es todo. Parece que esa condición de vida es contagiosa. Pues, tanto hijos como pareja y hasta los nietos si llegasen a existir empiezan a presentar con el tiempo signos de esta forma de supervivencia.

Lo más paradójico del cuento es que quienes se niegan una y otra vez a dar limosna en las calles, a colaborarle a una casa de asilo para personas desamparadas, etc, siempre terminan cediendo ante un familiar garrapata. ¿Por qué? La respuesta generalmente es la misma: Es que cómo voy a dejar morir a un hermano, hermana, tío, e incluso amigo de hambre. Es sangre de mi sangre.

Hace tiempo un comercial de televisión en contra de la mendicidad se robó toda mi atención. Entonces después de que unas cuantas monedas cayeran sobre la mano sucia de un limosnero una voz decía: la limosna hace al mendigo.

Y esta situación no es ajena a los familiares garrapata. En ellos es también esa ayuda constante la que ha hecho de ellos unos parásitos de la vida misma. Personas que no saben vivir sino es por intermedio de la ayuda del resto de sus familiares.
A esta situación no nos podemos seguir acostumbrando. Si usted puede sacar de su bolsillo para sobrevivir junto a su familia, su hermano, tío, primo o cuñado por qué no lo pueden hacer igual. Poco tienen de diferentes el mendigo que eligió como hogar la calle, al familiar que decidió mantener como fuente de ingresos el bolsillo de sus conocidos más cercanos.

¡Despierte! y digamos todos juntos a cualquier tipo de mendicidad. Recuerde que la solidaridad no se manifiesta con unas cuantas monedas, se expresa con la capacitación y la información apta para que esa persona o grupo de personas aprendan a sobrevivir por sí mismos.


Recuerde:

En Huaicos sigo esperando sus sugerencias sobre aquellas formas de mendicidad que permanecen ocultas en esta selva de cemento.

3 comentarios:

shanad dijo...

Saris, de alguna manera, siento que esta historia es universal. Aunque es un poco fuerte eso de considerar mendigos a los familiares que han caido en desgracia. Entiendo que todo se basa en una actitud mental frente a la vida y estoy convencida de que el destino lo podemos labrar...Pero hay veces en que las personas no encuentran salida, todo les sale mal y si encima los reprochamos, en lugar de ayudarlos, me sentiría más vil que culquiera rata de alcantarilla...No sé, depronto con mi forma de pensar, sigo ayudando a seguir el ciclo de "mendicidad", pero familia es familia, y ser humano es ser humano...

Sarita Palacio dijo...

Hola mi diani, me parece acertado tu comentario. De igual manera aunque no pareza estoy de acuerdo contigo. Lo ùnico que creo es que nada puede ser en extremo y que en lugar de dar el pan debemos enseñar a arar la tierra para conseguir semillas y que nuestros familiares se conviertan tambièn en labriegos de su propio destino.

Red Salud Medellín dijo...

Pela, mi adorada Pela:

Tengo otra clase de mendicidad que a su vez se subdivide en dos clases. Se llama la mendicidad intelectual, de una de ellas me declaro mendiga y es en el sentido, muy positivo, que siempre quiero y busco aprender más y más, incluso, en algunas ocasiones, me pongo agresiva para alcanzarlo.

Como todo no es perfecto, también veo que existen mendigos intelectuales dedicados a recibir las migajas del otro. Personas que se conforman con los reconomientos, esas mismas a las que yo llamo rémoras, animales que actúan como un huéspedes de un gran animal. Haciendo referencia a la metáfora pequeños insectos que se alimentan de las sobras de un gran tiburón.