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martes, 4 de enero de 2011

Coleccionador de Hipos

Hace ya más de un año que no me daba la pasadita por el blog. Sin que suene a excusa bien valdría decir que no es porque no quisiera escribir, sino por la falta de tiempo. Entre escritos para la maestría y mi nuevo trabajo, mi tiempo libre se ha reducido a su máxima expresión.

Ahora bien, sin querer decir con esta entrada que no tengo nada que hacer, fue inevitable no pensar en escribir la historia de una mujer u hombre, aún no sé, que se dedica a coleccionar hipos en la web.

Ayer, después de varios días de verano en Medellín, San Pedro no aguantó más y lanzó un chaparrón de Padre y Señor mío sobre las calles de la capital antioqueña. Más allá de mi gripa intensa, no veía que esto fuera a desencadenar alguna otra cosa en mi. Ahí fallé, justo al llegar a mi casa apareció en mí un hipo descomunal.

Atendiendo a twitter para obtener alguna solución, como suelo hacerlo desde ya hace varios meses cuando ando en aprietos, pregunté sobre cuál era la solución más idónea para esta enfermedad, (no sé si se pueda llamar así).

Empecemos por entender qué es el hipo. Según la gloriosa y no siempre bien ponderada Wikipedia, "es un espasmo involuntario del diafragma que se repite varias veces por minuto. El brusco flujo de aire dentro de los pulmones causa que la glotis se cierre, produciendo un sonido característico".

En otras palabras, un saltico insoportable e inevitable todo el tiempo en el que se corre el peligro, o (siempre lo he temido) de tragarse la lengua.

Tengo que reconocer que la solidaridad twittera apareció inmediatamente. Amigos, no tan amigos y desconocidos aparecieron para recomendarme un algodoncito en la frente, tomar agua al revés, una cucharadita de azúcar, un buen susto y por último, y no por esto menos maravilloso, el bebé de una amiga apareció para recomendarme que me abrigara bien. (Hay que reconocer que funcionó).

Hasta entonces todo iba muy bien. Mi hipo se había menguado y me disponía a conciliar el sueño. Cuando mi celular sonó y una nueva mención había en twitter para lo del problema del hipo.

La persona se hace llamar @sandratengohipo. No la sigo, y apenas me había empezado a seguir. Ella sigue a tres, tal vez cuatro decenas de personas. Pero, a ella, solo la sigue una persona. No soy yo.

No sé cómo llegó a mi, lo cierto del caso es que su primera interacción conmigo fue preguntarme si era usual que yo sufriese de hipo. Me pareció hasta graciosa la pregunta, y entonces le contesté que solo cuando hacía mucho frío. Pero no me quedé con las ganas de preguntarle por qué le inquietaba la situación.

Solo me respondió que en caso de que me volviera a dar, que por favor me grabara (que grabara mi hipo) y que se lo enviara vía correo electrónico. -Sin palabras- No me quedó más que reírme de manera descomunal ante tal propuesta. Nunca antes me habían hecho tal ofrecimiento. (Pregunta... ¿Ante eso uno se debe sentir honrado?)

De nuevo no me quedé con la duda y le pregunté que por qué o qué necesitaba uno de mis hipos. Y me dijo que entendía mi inquietud, que era un poco raro, pero que @sandratengohipo se dedicaba a coleccionar estos sonidos.

Yo sinceramente he conocido muchos coleccionistas y muy raros. Desde insectos hasta pesebres, desde carros, hasta caballos, desde ropa usada hasta tarritos de perfume, desde cartas hasta maquillaje. Pero... ¿Hipos?

Ahí les dejo esta historia de una anónima coleccionadora de hipos que después de un año y medio y gracias a twitter me animó a sacar el ratico para escribir en mi blog. Espero no volver a ausentarme tanto tiempo.

1 comentarios:

Pipe Bonilla dijo...

Que bueno es volver a escribir después de tanto tiempo..!!
Chevere el relato.
Saludos.